LA MONEDA SIGNO; del trueque originario a la intangibilidad de la moneda

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La moneda signo: del trueque originario a la intangibilidad de la moneda; algunas puntualizaciones en torno a cambios formales.

Por LIBORIO

Mitú, Mayo de 2004

 

 

 

 

CONTENIDO

 

Introducción

1) Controversia liminar

2) Construyendo el significado de Signo

2.1) Vygotzky y su definición de signo

2.2) Cole y su definición de signo

2.3) Definición general del concepto guía

3) Escuchemos a Marx

4) Algunas puntualizaciones

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCION

 

En la actualidad la tesis más difundida en relación a la tendencia general de la evolución monetaria es aquella referida, a lo que desde la perspectiva de la Escuela Neoclásica se ha venido denominando como la desmaterialización creciente de la moneda. Con posterioridad al trueque originario, la moneda sería el instrumento fundamental del facilitamiento de los intercambios mercantiles, sin embargo, paradójicamente con la cada vez mayor creación de nuevos instrumentos monetarios, la evanescente corporeidad de la moneda pareciera situarnos en un estado similar al trueque originario. Baste citarse el caso del Derecho Especial de Giro, DEG, un asiento contable en la cuenta especial de giro de los países miembros del FMI, como representante de una moneda desmaterializada, según la perspectiva de la Escuela en mención.

La práctica monetaria que se deriva de esta tesis ampliamente difundida, se ve en la actualidad cuestionada en la medida en que la recurrente utilización de la moneda desmaterializada, en el sentido neoclásico del término, está lejos de ser la panacea de las sociedades que aspiran a llamarse desarrolladas, puesto que obviamente; no sólo basta con un cambio formal de la moneda. No nos debemos extrañar al ver dichas sociedades acudir igualmente a las llamadas monedas paralelas, y en tiempos recientes inclusive, retomar de nuevo el trueque originario a manera de replanteamiento de la práctica monetaria convencional.

En el presente ensayo se enunciarán los aspectos controvertibles de la tesis en mención, señalando que la utilización del término desmaterialización se presta para confusiones de índole gnoseológica y epistemológica.

En tal sentido, es el interés del presente ensayo resaltar la actualidad que tiene la concepción de la moneda como signo, enunciada originalmente en el famoso debate entre Platón y Aristóteles, discrepancias de interpretación que suscitan por primera vez en la historia económica la discusión que nos ocupa. Para tal efecto se quiso reforzar la definición de signo. Fue así como se revisaron los trabajos de L. Vygotzky y M. Cole quienes aportan elementos interesantes desde una perspectiva gnoseológica. Igualmente se realizó una definición general del concepto guía centrada particularmente en aspectos ontológicos. Posteriormente estas definiciones se contextualizan con las observaciones que hace Marx, para finalizar luego con algunas puntualizaciones sobre el tema.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1) Controversia liminar

 

En la historia del pensamiento económico, el inicio de la polémica sobre la moneda se sitúa normalmente en las discrepancias de concepción entre Platón y Aristóteles.

Platón, inmerso en su teoría de las ideas a través de las cuales accedía al conocimiento, propuso que el dinero fuese utilizado para facilitar el intercambio mercantil, pero consideraba irrelevante el uso del oro y de la plata ya que, según él, la moneda podría ser un signo adoptado por convención, puesto que la función valorativa de la moneda, función puramente ideal, tenía que ser independiente de las características intrínsecas de la moneda y por consiguiente, del material con el que se fabricaran.

Por su parte Aristóteles quien secundó a Platón al considerar que el conocimiento abstracto es superior a cualquier otro, discrepó en cuanto al método apropiado para alcanzarlo. Fue el padre de la siguiente reflexión:

“…el trueque es natural hasta cierto punto, a saber, en la medida en que es la adquisición de alguna cosa realmente necesaria para los fines de la vida. Otro modo de adquisición de riquezas, innatural, se tiene cuando las mercancías comienzan a ser cambiadas, no por mercancías sino por moneda. Los caracteres intrínsecos de la moneda que revela Aristóteles son: 1) que es más manual que las mercancías, y 2) que tiene una utilidad propia, además de la comodidad para el cambio. Esto es propio de la moneda metálica…”

Extractado del Libro “ Aristóteles” escrito por W.D. Ross

En resumen, éstas son las dos posiciones sobre las que, a lo largo de los siglos, en Occidente, se ha venido edificado la interpretación de  la naturaleza de la moneda.

Schumpeter en su monumental obra sobre la historia del análisis económico, reconoce que

«cualesquiera que sean sus debilidades, esta teoría -de Aristóteles- aunque siempre fue discutida, predominó substancialmente hasta finales del siglo XIX e incluso más tarde. Es la base del núcleo de todo trabajo analítico realizado en el terreno de la moneda».

La concepción aristotélica ha sido tan influyente, que hoy en día el ciudadano corriente sigue pensando que el papel moneda que se emite corresponde a una cantidad de oro encerrada en los sótanos del banco central, desconociendo, el aspecto valorativo inherente a la existencia de la moneda y en particular, por supuesto, la creación bancaria de la misma.

 Las teorías monetarias actuales reconocen y aceptan los cambios realizados en el sentido de la progresiva imposición de la concepción monetaria entendida como signo, pero a pesar de que muchas de ellas describen una realidad monetaria totalmente desvinculada de la concepción metalista, continúan estando, en general, bloqueadas para imaginar un sistema monetario diferente. El sistema monetario se convierte, así, en el aspecto convencional impuesto por las potencias económicas, y en el resultado de los fracasos de las autoridades monetarias mundiales, tentadas siempre a arrastrar el peso de la magia de una moneda escindida de la sustancia del valor, que el sistema bancario ha creado y que no se sabe controlar.

Este es un ejemplo del peso de la inercia de los paradigmas que constituyen, guían y encajonan nuestra visión de la realidad. Cuando en 1919 se empieza a aceptar el papel moneda y a superar la necesidad de su convertibilidad en oro, ya se iba de nuevo con retraso. La extensión de las cuentas corrientes y de los cheques, con la correspondiente expansión del crédito y la invención de dinero bancario, comenzaba a hacer insuficiente el uso del papel moneda. Hoy, con la introducción masiva de tarjetas de pago, se reduce todavía más el efectivo en manos del público y aumenta, por tanto, la capacidad de creación de depósitos bancarios, de manera que billetes y piezas metálicas tienen cada vez menor cuota de uso y se arraiga aún más el proceso de implementación de la moneda como signo, que es en esencia, el tema fundamental de la discusión que se ha adelantado a través de la historia. De ahí la justificación de la realización del presente ensayo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2) Construyendo el significado de Signo.

 

2.1) Vygotzky y su definición de signo

El proceso de producción social constituye el centro de la escena y el núcleo de la actividad económica humana, es decir, la base de la reproducción social desde el punto de vista de la jerarquía maslowiana de las necesidades sico-sociales. Dentro de este marco general de referencia y con la finalidad de construir nuestro conocimiento acerca de la naturaleza de la moneda, así como contar con una pluralidad de elementos de juicio relacionados con la concepción de la moneda entendida como signo, los aportes de Vygotsky relacionados con la presencia de los instrumentos mediadores, considero son de valiosa aportación.

Al igual que el conocimiento la moneda no puede ser simplemente un objeto que pasa de una persona a otra, sino por el contrario es algo más complejo que se construye por medio de operaciones y habilidades cognitivas que se inducen en la interacción social. Vygotsky señala que el desarrollo intelectual del individuo no puede entenderse como independiente del medio social en el que está inmerso. Para Vygotsky, el desarrollo de las funciones sicológicas superiores se da primero en el plano social y después a nivel individual. La transmisión y adquisición de conocimientos y patrones culturales es posible cuando de la interacción, plano íntersicológico, se llega a la internalización, plano intrasicológico.

Vygotsky formula la "ley genética general del desarrollo cultural", dónde cualquier función presente en el desarrollo cultural del ser humano, aparece en dos planos diferentes. En primer lugar aparece en el plano social, para hacerlo luego en el plano individual. En principio aparece entre los individuos y como una categoría íntersicológica, para luego aparecer en el individuo como una categoría intrasicológica. Vygotsky concebía la internalización como un proceso donde ciertos aspectos de la estructura de la actividad que se ha realizado en un plano externo pasan a ejecutarse en un plano interno, acción que se realiza a través de los instrumentos mediadores, y denominada por Vygotzky como la acción mediada. Además afirma el autor que todas las funciones sicológicas superiores son relaciones sociales internalizadas.

Vygotsky distingue dos clases de instrumentos mediadores, en función del tipo de actividad que posibilitan: la herramienta y el signo. Una herramienta modifica al entorno materialmente, mientras que el signo es un constituyente de la cultura y actúa como mediador en nuestras acciones, de ahí el término acción mediada. A diferencia de la herramienta, el signo no modifica materialmente el mundo objetal, sino que modifica la conciencia de la persona que lo utiliza como mediador y en definitiva, actúa sobre la interacción de una persona con su entorno. Existen muchos sistemas de signos que nos permiten actuar sobre la realidad. Entre ellos encontramos; el lenguaje, los sistemas de medición, la cronología, la aritmética, los sistemas de lecto-escritura y por supuesto la moneda, que de paso sea dicho está íntimamente ligada al sistema de signos de medición.

Al hacer uso de los instrumentos mediadores, la mente va más allá de la existencia misma del mundo material, entendiéndose así la contribución principal de Vygotsky emanada de su concepción de las herramientas psicológicas, pertenecientes al mundo de la conciencia, en contraste con las técnicas, pertenecientes al mundo material.

 

 

2.2) Cole y su definición de signo

 

La conciencia humana está mediada culturalmente, se ha desarrollado históricamente y surge a partir de la actividad práctica. Es dentro de este marco de entendimiento en particular, y con la intención de construir una definición de signo iniciada por Vigotsky, que para Cole, los signos cumplen la función básica de coordinar a los seres humanos tanto con el mundo material como entre sí mismos. La aproximación a una definición de signo en Cole, se deriva de la definición de su novedoso concepto; artefacto cultural. El aporte principal de Cole al tema tratado, es aquel referido al aspecto tanto material como ideal de los artefactos culturales. Esta definición permite abordar de una nueva manera la relación entre acción y contexto, ya que al tener una doble naturaleza (material/ideal), los signos son al mismo tiempo "cosas que están ahí" pero que sólo pueden constituirse como herramientas psicológicas de una actividad para la que pueden responder sólo a su dimensión significativa.

En cuanto a los aportes de Cole para nuestra definición de signo, se insistirá por lo tanto en resaltar la especificación de la "naturaleza dual";

"son ideales en tanto contienen en forma codificada las interacciones de las que previamente fueron parte y a las que median en el presente. Son materiales en el sentido en que existen sólo en tanto que están encarnados en artefactos materiales"

La mediación del signo, dice Cole;

"siempre ocurre como parte de una unidad más amplia de estructuración sociocultural referida como contexto, situación, actividad, etc."

Así, se puede entender la definición más reciente de signo como

"un aspecto del mundo material con un uso recordado colectivamente"

 

 

2.3) Definición del concepto guía

 

Para efectos del presente ensayo, además de los aportes de Vygotzky y Cole que serán resaltados en su momento de manera particular, definiremos entonces nuestro concepto guía; el signo, conforme a lo expresado en las siguientes líneas.

En su origen el signo es cualquier cosa material perceptible por los sentidos, que en virtud de ciertas particularidades, puede constituirse en un medio de transmisión de datos sobre otras cosas o procesos. En este sentido los signos son sustitutos de otros objetos. Los signos no son resultados de la interacción inmediata de distintos objetos materiales, sino que son creados por el hombre. En ellos es muy pronunciado el elemento de la convencionalidad. Por consiguiente, se establece entre tal signo y la cosa designada, una relación de representación, una apariencia en la identidad del ser, entendiendo esto último no como una negación de la realidad sino su complemento.

A diferencia de otros fenómenos materiales, los signos no tienen valor de por sí, adquiriéndolo tan sólo como medio de elaboración, transmisión y conservación de cierta información en general de los fenómenos materiales a los cuales deben su existencia. Sus propiedades, en tanto que especial fenómeno material, no son en absoluto las mismas de los fenómenos materiales originarios. Los conjuntos de cosas, procesos, emociones síquicas, fenómenos sociales, que se designan con un signo determinado forman la significación de éste. Esta significación no es propia del signo de por sí, sino que se le imprime por los hombres en dependencia de cómo se utiliza uno u otro signo en la práctica.

Finalmente, los signos al ser absolutamente convencionales, no pueden considerarse imágenes de unos u otros procesos y fenómenos materiales, pues no reflejan sus propiedades ni las relaciones existentes entre ellos. Tienen la particularidad de mecerse entre las imágenes y los conceptos.

Ahora bien teniendo ya nuestra definición de signo, traigámosla a los terrenos propios de la moneda, escuchando inicialmente a Marx, para hacer posteriormente algunas puntualizaciones en torno a la desprevenidamente llamada desmaterialización de la moneda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3) Escuchemos a Marx

 

Marx centraba en la tendencia espontánea del proceso circulatorio la utilización de la moneda como signo;

“…la tendencia espontánea del proceso circulatorio ha sido la conversión del ser áureo de la moneda en apariencia áurea, o la moneda en un signo…”

Observaba Marx que el propio curso del dinero disociaba del contenido real de la moneda; su contenido nominal, de su existencia metálica; su existencia funcional, lo que implicaba…

“…la posibilidad latente de sustituir el dinero metálico, en su función monetaria, por tarjas de otro material o signos…”

Igualmente señaló Marx que el mismo proceso conducía al sistema monetario a la implementación del papel moneda;

“…la existencia monetaria del oro se escinde totalmente de su sustancia de valor… objetos que en términos relativos, carecen de valor, billetes de papel, quedan pues en condiciones de funcionar sustituyendo al oro, en calidad de moneda…”

El paso de la moneda metálica al papel moneda lo describe así:

“…en las tarjas dinerarias metálicas el carácter de signo se halla aun, en cierta medida encubierto. En el papel moneda hace su aparición sin tapujos…”

Y reconoce Marx que éste hecho -el paso de la moneda metálica al papel moneda-, no puede ser sino una acción social;

…el signo del dinero no requiere más que su propia vigencia socialmente objetivada, y el papel moneda obtiene esa vigencia mediante el curso forzoso…

y agrega que en la medida en que el dinero es el reflejo de los precios,

“…el dinero sólo funciona como signo de sí mismo y por lo tanto, también puede ser sustituido por signos…”

 

Finalmente afirma que:

“…la existencia funcional del dinero absorbe su existencia material…”

 Esta última citación de Marx nos sirve de punto de partida para realizar algunas puntualizaciones en torno a lo que se comienza a denominar, en los círculos neoclásicos, la desmaterialización de la moneda.


 

 

 

4) Algunas puntualizaciones

Consideramos que más que un proceso de desmaterialización, lo que estamos presenciando es una afirmación de la concepción de la moneda como signo. Se comparte aquí la utilización del término por parte de la escuela neoclásica en las siguientes dos acepciones. En primer lugar, como sinónimo de intangibilidad; esa gradual evanescencia de la corporeidad monetaria. En segundo lugar, como proceso de abstracción; dónde la moneda es sólo la manifestación objetiva del valor, una forma de valor. No obstante y en rigor, no nos identificamos con el empleo del término “desmaterialización de la moneda”, tan en boga en la nueva expresión doctrinaria de la Escuela Neoclásica, debido a las razones de índole gnoseológica y epistemológica que serán expuestas a continuación.

En la presente definición de signo expresada en las páginas precedentes, se afirma que en el origen, el signo es cualquier cosa material perceptible por los sentidos, que en virtud de ciertas particularidades, puede constituirse en un medio de transmisión de datos sobre otras cosas o procesos. Esta premisa ha sido válida durante la historia de las transacciones mercantiles. Por ejemplo en la transición del trueque originario, dónde existe una identidad simultánea entre ofrecer el producto del trabajo propio y demandar el producto del trabajo ajeno, a la intermediación monetaria de la transacción mercantil, dónde la moneda es una forma del valor, que cumple un papel de equivalente general y transmite una relación social de correspondencia. La moneda recuerda su origen en términos de equivalencias de trabajo intercambiados, es decir su origen material en tanto trabajo humano y por lo tanto fenómeno social. La moneda es en el origen cosa material perceptible por los sentidos, que por convención, es decir, por un acuerdo social, se transforma en herramienta sicológica o signo, en el sentido Vygotzkiano del término, en razón de su función ideal monetaria, para a asimismo responder a su dimensión significativa. Corroborándose aquí la naturaleza dual del signo, en el sentido expresado por Cole, es decir, perteneciente tanto al mundo material, como al mundo ideal.

En este sentido los signos monetarios han sido siempre sustitutos de otras cosas o de otros signos monetarios. La moneda sustituyó al trueque originario, estableciéndose entre la moneda y el trueque una relación de representación, una apariencia en su identidad del ser. En la práctica del trueque se intercambiaban equivalentes de trabajo y al ser remplazado por la moneda, ésta en su representación tomaba la apariencia del intercambio de equivalentes de trabajo. Así el oro como moneda, fue sustituido por el papel moneda y esta a su vez ha venido siendo sustituida por la infinidad de instrumentos monetarios que existen actualmente. Al no ser el signo monetario imagen de procesos materiales no puede por consiguiente reflejar sus propiedades ni las relaciones existentes entre ellos, sólo las representa.

El conjunto de procesos materiales, fenómenos sociales, grados de conocimiento y conciencia, que se designan con un signo monetario determinado, forman la significación de éste. Esta significación no es propia del signo monetario de por sí, como objeto material tangible o intangible, sino que se le imprime por los hombres en dependencia de cómo se utiliza uno u otro signo monetario en la práctica. Sabemos que el signo monetario es convencional, por consiguiente, esto quiere decir que, sus propiedades como artefacto convencional, como entidad singular, no son en absoluto las mismas de  los fenómenos materiales que en esencia subyacen tras su forma corpórea monetaria, ni transforman por sí el mundo material, sino precisamente sus propiedades están determinadas por la acción mediada, (Vygotzky una vez más). Como artefacto cultural, acordado por convención entre individuos y mediante la acción mediada por el signo, el signo monetario incide en la conciencia del individuo para después éste interactuar con su entorno. Referirse a un proceso de desmaterialización de la moneda por consiguiente, no puede entenderse sino como el proceso de transformación de la moneda en su aspecto puramente formal; de la forma oro a la forma de moneda electrónica, por ejemplo, dónde su forma se insinúa en un grado mayor de  evanescencia.

Consideramos que la expresión material de la moneda, su forma corpórea, es la manifestación exterior de su esencia. Su esencia la encontramos en los fenómenos materiales inherentes a la economía real; trabajo humano por ejemplo. Su esencia es la base interior, la fuente interior de los fenómenos a los cuales la moneda debe su existencia. Mal podría hablarse entonces de desmaterialización de la moneda. Esta expresión nos llevaría más a pensar en la desvinculación de la moneda del trabajo, en el sentido de la autonomización de la moneda del agente humano, una moneda loca sin control que se reproduce a sí misma dónde no es la necesidad humana la que guía el gasto de sudor, nervio, músculo y cerebro, sino por el contrario, la forma abstracta de esa energía autonomizada bajo la forma de moneda que subordina así misma la satisfacción de las necesidades humanas, desenmascarándose así  el carácter puramente fetichista que subyace en su desacertada definición ontológica.

Para finiquitar lo expuesto y a manera de suscitar el debate, retomemos las palabras de Marx:

´´…el oro funciona como dinero, allí donde tiene que presentarse en su corporeidad áurea (o argéntea) y por tanto como mercancía dineraria; o sea ni de modo puramente ideal, como en la medida de valor, ni siendo pasible de representación, en cumplimiento de su función como medio de circulación… Por otra parte, funciona también como dinero allí donde su función, la desempeñe en persona o a través de un representante, lo fija como figura única de valor o única existencia adecuada del valor de cambio, frente a todas las demás mercancías en cuanto simples valores de uso…´´

 

De las anteriores aseveraciones se desprende la siguiente conclusión que será enunciada para finalizar el presente ensayo.

Nos identificamos con Marx, en términos generales, en cuanto a que la existencia de la moneda se escinde de la sustancia del valor, y en particular, en cuanto a que la existencia funcional de la moneda absorbe su existencia material. Esto quiere decir que en el cumplimiento de su función como medio de circulación o medio de pago, la moneda ha venido requiriendo de su presencia material como tal; material áureo, simple papel o plástico o en la última modalidad material, el silicio, en su versión de moneda electrónica. Inclusive como registro material contable en una cuenta del FMI, como es el caso del DEG. No obstante, en su calidad de medida de valor, la moneda es una expresión puramente ideal, y por consiguiente, en la medida en que se escinde de la sustancia del valor, esto es, se desvincula del trabajo humano, contraría su génesis material originaria a la cual debe su existencia.

El aspecto ideal de la moneda como signo, es lo que hace posible proyectar, para bien o para mal, la historia de los cambios monetarios en un futuro imaginado, dónde el elemento fiduciario o de confianza es determinante, para retrotraerlo luego al presente bajo el aspecto de la convencionalidad, y así poder organizar, en el mejor de los casos, o restringir, en la mayoría de los casos según se constata en el actual ordenamiento monetario internacional, el desarrollo económico de una sociedad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

 

 

 

“El Poder del Dinero”, Martí Olivilla

 

“Aristóteles”, W.D. Ross

“Vygotzky y Teorías sobre el Aprendizaje”, Guillermo R. Becco

“El Capital”, K. Marx

 

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