UN DABUCURI SIN PRESENTE?

Publicado en por LIBORIO

¿UN DABUCURI SIN PRESENTE?

Es frecuente encontrar en la literatura especializada el siguiente tipo de apreciaciones  en torno al tema del trueque:

«En las sociedades primitivas, no se concibe más que el régimen de trueque; en las avanzadas, se practica la venta al contado. La venta a plazos caracteriza una fase superior de la civilización; aparece, primero, de forma indirecta, como combinación de la venta al contado y del préstamo».

Percepción que ignora un aspecto del dabucurí que en esta investigación  quiere ser resaltado; el don. En esta ocasión quisiera referirme al dabucurí no exclusivamente en su aspecto de intercambio de excedentes, sino en el sentido expresado por el nombre don, el verbo dar, y el adjetivo dado. Se dejará de lado la concepción evolucionista que centra en el trueque el origen del círculo económico: dar algo a cambio de algo en un presente como síntesis temporal del intercambio y se explorará aquella que la práctica del dabucurí plantea dentro de una temporalidad algo diferente;  sobre un sistema de regalos dados y devueltos a plazos.

El tiempo, el «presente» del dabucurí, no debería pensarse como un ahora, a saber, como un presente encadenado a la síntesis temporal. La diferencia entre el dabucurí y cualquier otra operación de intercambio puro y simple que se quiere resaltar en ésta investigación, es que el dabucurí da tiempo; se ofrece pescado y se espera que con el tiempo se restituya el regalo con piña. La evolución no llevó a la economía del trueque al intercambio de productos con la mediación del dinero, ni de éste intercambio a la de la venta a plazos. Hay un elemento aun más originario; el reconocimiento de la deuda a partir del don, el reconocimiento del “plazo” y del interés diferido como efectos del don.

Pienso que en el actual escenario de crisis financiera globalizada habría que ser retomada la lección que nos ofrece la práctica del dabucurí, de ahí su validez como práctica presente. Optar por la generosidad, por el gasto noble, por la práctica y la moral que nos señala el dabucurí. Pero igualmente dejar que la realidad económica limite los excesos de dar con generosidad a través de una armoniosa búsqueda de rentabilidad, del intercambio de esfuerzos de trabajo. Obrar en virtud de una racionalidad económica regida por una sana conciencia de dar. En suma, saber lo que se da y lo que se recibe.

Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post